No hay nada mas bonito que tú.

lunes, 29 de agosto de 2011

Odio


Portazo. Ya no puedo más, estoy harta, todo me supera. El mundo se derrumba sobre mí, una tras otra vez, ya no me quedan fuerzas, no sé si quiero seguir. Sería más fácil acabar con todo. Lloró, pero eso ya no me libera, lo tengo por costumbre, ahora llorar es solo rutina. Salgo al balcón y grito, y grito con todas mis fuerzas hasta quedarme muda, pero el dolor no se va, permanece atado a mí, y cada vez duele más, es como si estuviera atado con alambre de espinos. La pago con la puerta de mi armario. Patada, puñetazo, patada, puñetazo, sangre en los nudillos. Todo sigue igual, tal vez peor, no puede seguir así digo entre lágrimas. No encuentro mi lugar en el mundo, qué coño pinto yo aquí joder, me pregunto cada segundo. Quiero evadirme de la realidad, dejar atrás todo el sufrimiento, quiero ser feliz. ¿De verdad es tan difícil lo que pido? Chillo mirando hacía el techo, nadie contesta. Me siento y espero, y espero, y espero. Pero la respuesta sigue sin llegar. ¿Existirá realmente alguien ahí arriba?, porque si es así debería dejar de divertirse conmigo, a costa de mi dolor, me digo.
Necesito parar de pensar, pongo los cascos a todo volumen, alejándome de la realidad que tanto daño me hace. La música me hace imaginar un mundo perfecto, donde yo soy la princesa, donde todo es como yo quiero, simplemente soy feliz, y así pasan horas y horas. Me quedo dormida, en mi cabeza sigue sonando música, en mis sueños sigue mi mundo, en mi corazón mi felicidad.
Despierto, el móvil se apagó, se acabó la batería, y con la batería se esfumaron mis sueños. Mi mundo sigue igual y el alambre de espinos se clava con más fuerza, consiguiendo que rompa a llorar de nuevo.

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