Me encuentro en un estado que debeparecerse al de los que antiguamente se creían poseídosdel espíritu maligno. No es el pesar, no es tampoco undeseo ardiente, sino una rabia sorda y sin nombre lo queme desgarra el pecho, me anuda la garganta y me sofoca.Sufro, quisiera huir de mí mismo, y paso las noches va-gando por los parajes desiertos y sombríos de que abundaesta estación enemiga.“Anoche salí. Sobrevino súbitamente el deshielo y supeque el río se había salido de madre, que todos los arroyos corrían desbordados y que la inundaciónera completa en mi querido valle. Me dirigí a él cuandorayaba la medianoche, y presencié un espectáculoaterrador. Desde la cumbre de una roca vi a la claridad dela luna revolverse los torrentes por los campos, por laspraderas y entre los vallados, devorándolo y sumergiéndolotodo; vi desaparecer el valle; vi en su lugar un mar rugientey espumoso, azotado por el soplo de los huracanes.Después, profundas tinieblas; después la luna, que aparecíade nuevo para arrojar una siniestra claridad sobre aquelsoberbio e imponente cuadro. Las olas rodaban con es-trépito..., venían a estrellarse a mis pies violentamente...Un extraño temblor y una tentación inexplicable seapoderaron de mí. Me encontraba allí con los brazosextendidos hacia el abismo, acariciando la idea de arrojarmeen él. Sí, arrojarme y sepultar conmigo en su fondo misdolores y sufrimientos.
No tuve fuerzas para concluir de una vez con mis males,mi hora no ha llegado todavía, lo conozco.
#Larra.
No tuve fuerzas para concluir de una vez con mis males,mi hora no ha llegado todavía, lo conozco.
#Larra.